Como cuando te cubres los oidos con las manos e intentas cortar el ruido intermitente que te desagrada, pensado que así deja de gotear la llave que se ha quedado semiabierta, semidormida en tu habitación en forma de infierno & de mujer.
Aún estas ahí, ¿Me escuchas?
Mírame, me repugnas cobarde. Infame.
Yo he sido más fuerte.
Por esconderte detrás de las hormigas que disfrutan del sabor de tus dedos, destapas tu rostro doble, vívido, árido, quién sabe por cuantos ha sido mordido en profundidad. Y qué importa si eres carroña.
Yo puedo morderte los ojos y arrancártelos con placer.
Arrancarlos de cuajo, como si fueran cánceres, podría ser la mejor opción
para detener el tiempo y de-tenerte conmigo.
Aniquílame o yo te aniquilaré contando los segundos que nos quedan.
¿Por qué me besas?
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